Salmo 36 Completo y Con Explicación
Introducción al Salmo 36
El Salmo 36, atribuido a David, es una poderosa meditación que yuxtapone la depravación intrínseca del hombre impío con la majestuosa e inmensurable bondad de Dios. Se divide claramente en dos partes: la descripción del pecado (vv. 1-4) y la exaltación de la misericordia divina (vv. 5-9), concluyendo con una oración de súplica por protección (vv. 10-12). Su tema central es el refugio seguro que encontramos bajo las alas de la fidelidad de Yahvé.
Salmo 36 Completo
2.Salmo de David, siervo de Jehová.
3.1 La iniquidad del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos.
4.2 Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos, De que su iniquidad no será hallada para aborrecer.
5.3 Las palabras de su boca son iniquidad y fraude; Ha dejado de ser cuerdo y de hacer el bien.
6.4 Medita maldad sobre su lecho; Está en camino no bueno, El mal no aborrece.
7.5 Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia, Y tu fidelidad alcanza hasta las nubes.
8.6 Tu justicia es como los montes de Dios, Tus juicios, abismo grande.
9.Oh Jehová, al hombre y al animal conservas.
10.7 ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia!
11.Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.
12.8 Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú les darás a beber del torrente de tus delicias.
13.9 Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz.
14.10 Extiende tu misericordia a los que te conocen, Y tu justicia a los rectos de corazón.
15.11 No venga pie de soberbia contra mí, Y mano de impíos no me mueva.
16.12 Allí cayeron los hacedores de iniquidad; Fueron derribados, y no podrán levantarse.
Explicación del Salmo 36
La primera sección (vv. 1-4) ofrece una visión sombría del corazón impío. David personifica el "oráculo del pecado" que susurra al corazón del malvado, señalando que la raíz de toda maldad es la ausencia del temor a Dios (v. 1). El impío vive auto-engañado (v. 2), creyendo que su pecado no tendrá consecuencias. Sus acciones son deliberadas; la iniquidad es su meditación, y ha dejado de buscar la cordura o la bondad (v. 3-4). La segunda sección (vv. 5-9) es un cambio dramático hacia la teología y la alabanza. David eleva cuatro atributos divinos con metáforas cósmicas: la Misericordia (hasta los cielos), la Fidelidad (hasta las nubes), la Justicia (como los montes de Dios, inquebrantable) y los Juicios (abismo grande, insondables). La misericordia de Dios no solo es vasta, sino que también provee refugio seguro y personal (v. 7, "bajo la sombra de tus alas"). Los creyentes encuentran sustento espiritual, la "grosura de tu casa", y el origen mismo de la existencia ("manantial de la vida"; v. 9). La verdad fundamental es que solo en Su presencia, en Su "luz", podemos ver y entender la verdadera "luz" de la vida. La última parte (vv. 10-12) es la oración de David para que la bondad y la justicia de Dios protejan a los justos y a aquellos que le conocen, mientras expresa la confianza en que el juicio final sobre los impíos es certero e inevitable.
Reflexión del Salmo 36
Este salmo nos confronta con la realidad de dos caminos opuestos: el sendero de la autosuficiencia pecaminosa y el camino de la dependencia en la inmensurable bondad de Dios. En nuestra vida moderna, podemos caer en la misma trampa del impío si nos lisonjeamos en nuestros propios ojos (v. 2), justificando acciones que nos alejan de la verdad, y dejando que el pecado se convierta en nuestra meditación habitual. La verdadera seguridad y saciedad no se encuentran en la búsqueda terrenal, sino en el "manantial de la vida" que solo está en Dios (v. 9). La reflexión práctica nos invita a examinar dónde buscamos refugio. ¿Bajo qué "alas" nos amparamos? El salmista nos recuerda que solo en Su luz veremos la luz; es decir, solo cuando enfocamos nuestra vida en la verdad revelada por Dios, podemos realmente discernir el camino correcto y evitar la oscuridad de la iniquidad. Busquemos ser saciados de la "grosura de Su casa", priorizando la comunión con Él sobre las riquezas y placeres efímeros, y así hallar la plenitud de la vida.
Oración Basada en el Salmo 36
Oh, Dios Eterno, cuya misericordia alcanza hasta los cielos y cuya fidelidad se extiende hasta las nubes, me acerco a Ti reconociendo la fragilidad de mi corazón, que a menudo es tentado a buscar caminos propios. Perdona mi soberbia y ayúdame, por Tu gracia, a aborrecer el mal. Te ruego que extiendas Tu justicia y Tu bondad sobre mí y sobre todos aquellos que Te conocen. Permíteme refugiarme siempre bajo la sombra preciosa de Tus alas. Sácianos, Señor, del torrente de Tus delicias, para que no busquemos consuelo en fuentes secas. Porque Tú eres el manantial de la vida, y solo en Tu luz podemos ver la luz y andar con rectitud. Presérvanos del pie de soberbia y de la mano del impío. Amén.